miércoles, 28 de agosto de 2013

POMPAS DE JABÓN



Anoche desperté sonámbulo
con el desvelo de un charco de sangre.
Intenté limpiarlo con lágrimas,
acabó esparciéndose por todas partes.

Ya no había pompas de jabón
escapando por tu ventana
ni en la calle una gitana 
con vestido de lunares
rebuscando entre despojos
de viejas revistas cinematográficas
y discos de vinilo desgastados.

Tú tampoco estabas
con tus ojos de recién levantada.
Nadie bromeó sobre mi pelo revuelto.
A nadie le importó, en realidad,
lo qué escondía mi silencio.

Las calles del barrio
dejaron de reclamar tu presencia.
Se marcharon los hindúes 
que alteraban el paso a los viandantes
y ni siquiera quedaban ya existencias
de tu helado favorito
en las tiendas de los chinos.

La antigua plaza de las flores
se abarrotó de almas errantes
cruzándose ajenas.
El tiempo estuvo a punto
de congelarse por un instante...
Y apenas me di cuenta.

Por la mañana, al despertar,
el cielo gritaba Otoño.
Amenazaba con romperse de tristeza
y obligarme a recoger sus trozos.

Hoy tampoco hay pompas de jabón
escapando por tu ventana
ni sombras de mi cuerpo desnudo
fumando después del sexo.
No hay embriaguez de sueños sencillos,
ni quimeras, ni llantos que valgan.

Tan solo quedan unos versos,
lo que ves, líneas inútiles, palabras
diluyéndose como tus pompas de jabón
en este espectro absurdo de la nada.

Ten, aquí las tienes todas
formando recuerdos que aún me explotan en la cara,
fantasías que nunca dejé de alimentar
y miedos que terminaron por apagar la llama.
Ten, aquí tienes mis pompas.